miércoles, 11 de diciembre de 2013

FÁBULA DEL PUERCOESPÍN



Comparto con vosotros una fábula que me ha llevado a reflexionar sobre las relaciones, sean de pareja, familia o amistades.
La convivencia no siempre es fácil y surgen roces, enfrentamientos, heridas,..., aunque con el tiempo aprendes a convivir con esas pequeñas heridas como parte del aprendizaje, a cambio del calor humano y sincero de las buenas relaciones.





Durante la edad del hielo, el frío era el causante de la muerte de muchos de los animales que poblaban la Tierra.
No obstante el grupo de los puerco espines resolvió la situación al juntarse poniéndose unos muy cerca de otros, de este modo se daban calor mutuo y protección.

Pasado un tiempo se dieron cuenta que al tener el cuerpo cubierto de espinas, los compañeros más próximos les pinchaban con ellas, les producían heridas y cierto dolor.

Pronto empezaron a quejarse y tomaron la decisión de alejarse los unos de los otros y separarse.
Al poco tiempo, el frío empezó a entrar de nuevo en su cuerpo y muchos murieron congelados.

Ante esta situación tuvieron que tomar una decisión: aceptaban las molestias que les producían las espinas de sus compañeros o su especie desaparecía de la Tierra.

La sabia decisión fue mantenerse unidos y por eso ahora podemos ver a estos pequeños roedores en la mayoría de continentes de nuestro mundo.


Aprendieron una gran lección, convivir con pequeñas heridas que pueden ocasionar tus semejantes, que son los roces normales de la proximidad. Y que lo que realmente importa es el calor de los que tienes cerca.

No somos perfectos, por tanto, no existen relaciones perfectas. 
Personas que ni te rozan por no molestar y tampoco te darán su apoyo cuando los necesites.
Personas que te quieren y que te dicen la verdad, aunque duela, y está ahí, compartiendo tu dolor.

En una verdadera relación cada uno debe aprender a comprender los defectos del otro y a admirar sus virtudes y capacidades.




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